En siglos pasados, la forma predominante de comercio fue mediante el trueque de mercancías, hasta mediados del siglo XIX cuando diversos factores tecnológicos, económicos y sociales revolucionaron la manera en que la humanidad adquiría bienes y servicios. Desde entonces, los hábitos de consumo han ido cambiando conforme el paso de los años gracias a la evolución del comercio.
Los fundamentos de esta actividad no han variado desde la prehistoria, pues se basa en el intercambio de bienes y servicios entre personas u otras entidades; sin embargo, durante el último siglo se ha producido la transformación más importante del comercio en toda su historia.
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La evolución en los hábitos de consumo
A partir de la creación de monedas de oro y plata alrededor del año 500 a.C., el comercio cobró una mayor relevancia, puesto que este nuevo método de pago tenía un valor estandarizado en todas partes. Es así como también comenzaron a popularizarse los negocios dedicados al comercio local, a los cuales la población acudía a realizar compras de insumos básicos.
En los siglos siguientes, esta fue la manera más efectiva para los residentes locales de adquirir artículos necesarios para sus actividades diarias. Además, las importaciones y exportaciones realizadas entre países alejados geográficamente permitían que existiera una mayor variedad de productos.
Para 1970, se produjo uno de los cambios más significativos en los últimos años: el nacimiento de las denominadas “supertiendas”, que son aquellas cuyas dimensiones son el doble o triple que las de un mercado local. Ejemplos de estas son las tiendas de Barnes & Noble o Walmart, que ofrecían una mayor variedad de todo tipo de productos a precios más bajos, además de contar con ofertas especiales según la temporada del año para así atraer más clientes.
Los compradores se decantaron por este tipo de tiendas que les ofrecían desde mercancías alimenticias hasta prendas de vestir o productos para el hogar, por lo que los hábitos de consumo cambiaron radicalmente. Los comercios locales enfrentaron una crisis al ser incapaces de competir contra este tipo de supermercados, de tal manera que muchos de estos negocios fueron cerrando sus puertas en los años siguientes.
Es entonces cuando hablamos de que la transición entre una modalidad de compra y otra se ve determinada por diversos factores relacionados con la comodidad o conveniencia de los consumidores.
La llegada del ecommerce
En 1990, Tim Berners-Lee lanzó el primer servidor y explorador del World Wide Web, un medio a través del cual se podían realizar diversas actividades desde una computadora como comprar, mantenerse informado e interactuar socialmente a nivel mundial. Aunque en un principio la web era limitada y no parecía ser una propuesta valiosa, para 1995 ya se habían fundado grandes compañías como Ebay y Amazon, que cambiaron el concepto de comercio que se tenía hasta el momento.
En los años siguientes, el ecommerce fue expandiéndose gracias a las empresas que se sumaron a las ventas en línea, como fue el caso de Coca Cola que en 1997 implantó un sistema que permitía realizar compras de sus productos a través de un teléfono celular. De esta manera, las tiendas minoristas encontraron una solución a la crisis que enfrentaban ante las supertiendas: comercializar sus productos en línea para así llegar a una mayor cantidad de clientes.
En 2004, se formó el Consejo de Normas de Seguridad para las Tarjetas de Pago (PCI, por sus siglas en inglés) para asegurarse de que los negocios en línea cumplieran con los requerimientos de seguridad necesarios para las transacciones financieras. Esto propició que las compras en línea se hicieran más atractivas para aquellos que aún desconfiaban en esta actividad.
En 2011, los beneficios producidos por las ventas online en todo el mundo alcanzaron la cifra de mil 500 millones de dólares, lo que supuso un incremento de más del 20% respecto al año anterior. Según un reporte de comScore, en este año las ventas de los comerciantes que operaban exclusivamente en línea superaron a las de las tiendas físicas y, a partir de entonces, los hábitos de consumo se centraron en las compras en línea.
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El impacto del comercio electrónico
A pesar de que el comercio electrónico venía creciendo exponencialmente desde hace un par de años, con la llegada de la pandemia por COVID-19 en 2020 se aceleró este proceso de una manera inesperada. Los comercios que aún centraban la totalidad de sus ventas a través de una tienda física, se vieron obligados a migrar al ecommerce debido a que los consumidores tuvieron una predilección por realizar sus compras en línea.
En Latinoamérica, se estima que en los últimos tres años se pasó de 126 a 267 millones de compradores digitales, siendo Brasil, México, Argentina y Colombia los países de la región que más crecieron en esta modalidad durante la pandemia. Asimismo, grandes empresas del comercio electrónico como Amazon y Mercado Libre registraron crecimientos históricos, con un aumento del 72% y el 192%, respectivamente.
No obstante, los hábitos de consumo no son estáticos, por lo que nuevamente comienzan a presentarse cambios en la forma de adquirir productos: regresa la necesidad de los consumidores por ver, tocar y probar los artículos antes de comprarlos. Es por esta razón que muchos de los comercios electrónicos han optado por inaugurar tiendas físicas luego de que en 2021, un estudio de Accenture indicara que un 65% de los compradores en línea planificaban primero investigar los productos en línea y luego ir a una tienda física para adquirirlos.
Ante este entorno en constante cambio, las empresas deben estar dispuestas a evolucionar y transformarse, independientemente del sector al que pertenezcan. En esta nueva era digital es casi imposible pensar en hacer crecer a una compañía sin considerar su expansión para el mercado en línea.
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